domingo, 4 de junio de 2017

La Matanza: los poetas raigales

Almafuerte, Carpena, y los que siguen

                    



Seguramente Ricardo Rubio (1951), Lía Miersch (1950) y Daniel Battilana (1962), encarnen con algunas de sus obras los puntos más altos y decisivos de la poesía de La Matanza y de un ancho sector del conurbano oeste, así como Jesús Martínez (1941), Omar Cao (1948), Carlos Kuraiem (1956) y Patricia Verón (1965) extienden e imprimen en sus versos los tramos y vestigios de una identidad suburbana claramente recortada.
     La poesía de La Matanza brilla, se opaca y expone en la mayor evidencia en el marco no excluyente de ese conjunto de voces, que resultan insoslayables para cualquier buen observador o estudioso que se precie, ello además de las jóvenes voces surgidas estos más cercanos lustros y que con ritmos variables están comenzando a moldear  la continuidad de sus pasos en esos vastos e intrincados caminos.
     Una poesía atenta a su historia, pero por sobre todo abrazada a sus aires raigales, que ha sabido de resultas labrar una travesía, ya desde los tiempos en que tuvo su lugar la poesía de Lucina Álvarez (1945), poeta y docente de Villa Insuperable, trágicamente desaparecida hacia comienzos de la dictadura, y cofundadora en 1971 de los ciclos poéticos en la Casa de la Cultura de Ramos Mejía.
     Naturalmente, el horizonte es abierto y diverso, con nutridos ramajes de voces: desde Domingo de Cristófaro (1959) a Carlos Carbone (1959), y desde Luis Tedesco (1941) a Gino Bencivenga (1948), o a la más joven María Sueldo (1980), lo cual no hace sino confirmar lo que estamos expresando en torno de una nueva tradición del conurbano cuyas singulares premisas ya despuntan en los panoramas de la Provincia.
    Todos esos momentos están sobre la mesa, como testimonios generosos y sentidos del quehacer espiritual y escritural de un Partido, mientras se fueron sucediendo los vientos, en numerosas oportunidades no tan propicios. Se podrán observar o no; se podrán soslayar o no; se podrán ver con ligereza o no; y cabe aquí, para cerrar, esa expresión famosa del poeta Edgar Bayley: “Es infinita esta riqueza abandonada”.

                                                                                                   Eduardo Dalter

Ramos Mejía, abril de 2017



1 comentario:

  1. LUCINA INOLVIDABLE POETA Y DOCENTE, PARA ORGULLO Y PARA LA MEMORIA DE TODOS LOS DOCENTES DEL OESTE. Stella
    Tablada - San Justo

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